178 días después niños volvieron a algunas guarderías y colegios de Medellín
Este lunes 7 de septiembre y luego de que pasaran 177 días, cientos de niños de algunas guarderías y colegios de Medellín pudieron regresar a las aulas, la última vez que asistieron fue el viernes 13 de marzo.
Tomás tiene 4 años y cursa Jardín 4 en el Centro Infantil Los Ositos, cuando el 13 de marzo volvió de la guarde y a pesar de tener casos confirmados de COVID-19 en Colombia, ni él ni los padres se imaginaron que pasarían casi 6 meses para que pudiera volver a compartir con sus profes y compañeros.
De hecho el plan era muy distinto, en agosto ingresaría al colegio, pero este 2020 les enseñó a muchos que no todo se puede planear. Para Tomás este lunes fue el día más feliz de lo que va del año.
Gracias a un acompañamiento cercano y profesional de parte de todo el personal de Los Ositos, este regreso fue posible. Un día muy añorado y esperado, pues los protocolos los tenían aprobados desde comienzo de julio, es decir hace dos meses.
Las clases virtuales fueron companía, pero se agotaron y no todos los niños estaban listos para seguir en la virtualidad, tampoco todos los padres y/o cuidadores podían estar disponibles las horas necesarias para las conexiones.
Cuando las estrategias se acabaron y necesitaron cuidar la salud mental y emocional del niño, que cada día preguntaba cuándo se iría el Coronavirus, cuándo podría volver a la guardería y a Santa Fe de Antioquia, la guarde ofreció un acompañamiento en casa con una profe.
Así que durante agosto tres veces por semana Verónica llegó con actividades, juegos y mucho amor a volver a enrutar y adelantar el proceso de aprendizaje.
Por fin volvieron
El pasado jueves 27 de agosto se conoció la noticia del regreso, desde ese momento Tomás empezó a contar las semanas que faltaban para volver, después esa cuenta regresiva quedó en días y esta mañana sin que sonará ninguna alarma y con mucha emoción se despertó desde las 5:00 a.m., mucho antes de lo necesario.
La ansiedad le ganó al sueño y con emoción esperamos que fuera la hora de llegada del transporte escolar, muy a las 7:10 a.m. llegó la buseta y la cara sonriente a pesar del tapabocas se hizo notar.
En la jornada escolar todo fue normal, niños tranquilos, siguiendo los protocolos, sin quitarse el tapabocas, felices de ver a sus amigos y hasta comparando sus nuevos elementos de protección.
Según Claudia Londoño, directora de Los Ositos, los niños se acostumbran más fácil a los cambios.
Con emoción Claudia cuenta que los niños llegaron felices, desde la toma de temperatura la volvieron divertida comparando los números, porque ahí también es una oportunidad de aprender. Ella explica que los niños entendieron que para guardar distancia ya no harían un tren sino que irían agarrados a una cinta y que para hacer las actividades deben respetar las señalizaciones de ositos que están pegadas en todos los espacios.
Y es que no solo la directora, las profes y el personal administrativo está comprometido con el regreso seguro. Por eso desde junio en las clases virtuales se empezó a pedir el uso del tapabocas y la desinfección de las manos al comienzo de cada clase.
El problema, si es que podemos decirle así, fue regresar a la casa. Cuando llegó la hora de regresar Tomás no se quería montar en la buseta, de hecho hasta llamaron a la mamá para que lo recogiera, pero no era más que una distracción para quedarse más tiempo.
En últimas llegó a la casa en el transporte, pero tampoco se quería bajar y quería que lo volvieran a llevar a Los Ositos. Con paciencia le explicaron que volvería el miércoles ( por el modelo de alternancia), se bajó, aunque no muy convencido. No sin antes pedir una pizza y decir que quería llevarla a la guarde para compartirla con sus amigos.
En últimas el regreso fue simple y natural, lleno de cuidados, amor, responsabilidad y permitiendo que los niños crezcan, se desarrollen y puedan volver a ser niños.
¿Por qué decidir regresar?
Contado en primera persona.
Como familia tenemos claro que así como nosotros decidimos enviar a Tomás de regreso son muchas las que prefirieron esperar unos días, otras ya definieron que se quedarán en lo virtual hasta el otro año. Y en realidad todo es valido, todas la decisiones son correctas si nos hacen sentir tranquilos, en últimas es una decisión familiar.
Nosotros decidimos volver porque creemos que la salud mental y emocional es igual de importante a la física, vimos cómo semana a semana se volvía más difícil permanecer encerrados y cómo ni las rutinas ni las clases virtuales llenaban los vacíos de la socialización.
Es una edad importantísima en el desarrollo de los niños, así lo han explicado psicólogos, siquiatras infantiles, educadores y la OMS. Así que si confiamos en Los Ositos para liderar un proceso formativo, por qué no hacerlo con el cumplimiento de un protocolo de bioseguridad.
Conocemos y hemos visto el esfuerzo profesional, pero también económico, que ha hecho la guardería para poder regresar, para adecuar los espacios, para no faltar a las obligaciones con las 57 personas que allí trabajan.
Confiamos en ellos y somos responsables como familia en los cuidados diarios, sabemos que cuidarnos es ayudarles a ellos a cuidar a cientos de familias. Nadie puede garantizarnos nada, pero es que si algo nos enseña el COVID-19 es que no hay garantía de nada.
La única garantía que tenemos y que esperamos de Los Ositos es que hagan todo lo que han hecho durante 40 años educando y haciendo niños felices, esos que como Tomás solo tienen un problema, no querer irse de la guarde, porque se sienten seguros, libres, cuidados… se sienten niños.
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